Adviento: Alimentar la esperanza.
- Cristian Peralta, SJ
- 3 dic 2017
- 3 Min. de lectura
Homilía 1er Domingo de Adviento – Ciclo B – 03 de dic. de 17
Lecturas: Is 63,16b-17.19b;64,2b-7; Sal 79,2ac.3b.15-16.18-19; 1 Cor 1,3-9; Mc 13, 33-37.
Saber esperar es un talento poco extendido en nuestros días. Desearíamos que las esperas fueran lo más cortas posibles. En nuestra cultura actual, tal parece que la inmediatez es una virtud y el uso eficaz del tiempo, es decir, hacer más cosas en el menor tiempo, es un valor importante. Como nos movemos tan rápido, las esperas se nos hacen insoportables y los procesos infinitos. Por eso, ante las esperas, rápidamente buscamos algo en qué distraernos para que el tedio de esperar no nos haga perder la paciencia. De hecho, el éxito de los teléfonos móviles actuales se debe al descubrimiento de que podían estar diseñados para entretenernos en esas esperas de las que no podemos escapar. Porque si, hay esperas de las que no nos podemos escapar y procesos que no nos podemos saltar. Quisiéramos que todo en nuestra vida se gestara rápido, se lograra pronto, pero todos sabemos que lo bueno se hace esperar y que los procesos más vitales toman su tiempo. No podemos eludir nuestra propia vida a base de distracciones, no podemos reducir nuestra mirada al tamaño de la pantalla de nuestro móvil. La vida va adquiriendo sentido en la medida en que nuestras miradas se cruzan, nuestras palabras se intercambian, en la medida en que me dejo sorprender por la belleza que me rodea y por los gestos cotidianos de la presencia de un Dios que se manifiesta en lo pequeño y sutil de nuestra humanidad, y eso, lo podemos percibir con un poco de paciencia y una pizca de vigilancia.

El adviento es el tiempo en que los cristianos nos entrenamos en el don de la espera. La espera cristiana es un don porque es la que nos mueve a la esperanza y nos activa la creatividad para hacer presente a Jesús en medio del mundo. La espera cristiana no es un mero pasar el tiempo, es vigilancia activa en búsqueda de esas señales de vida que nos van diciendo que Dios está cerca de nosotros, que es Él que nos viene al encuentro en el día a día, y eso, alimenta nuestra esperanza. Para ello debemos tener un corazón dispuesto y atento a las sutilezas del día a día que nos dan vida, para no pasar por alto los detalles que nos descubren que existe el amor, la solidaridad, la entrega y la alegría… que existe Dios. Por eso los cristianos no concebimos la navidad sin adviento. ¿Cómo reconocer a Dios en ese niño frágil y pequeño si no hemos dispuesto nuestro corazón para admirar la vida en lo pequeño y frágil de este mundo haciendo de nuestras esperas espacios de contemplación e ilusión por lo que viene? Saber esperar es ejercitar nuestra capacidad de ilusión. Quien no espera nada, nada le ilusiona; quien no conoce a quien espera ya puede estar delante de él y no le reconoce. Dios no deja de venir a nuestro encuentro, somos nosotros que no lo esperamos o que no le reconocemos. A quien conoce el amor y le provoca ilusión, descubre gestos de amor donde menos lo espera. Quien se abre a la presencia de Dios en su vida y le ilusiona encontrarlo, lo descubre en medio del día a día, porque está atento, está vigilante a que llegue.
El adviento es tiempo de revisar qué nos distrae de aquello que es realmente importante. También es tiempo para reconocer qué esperamos y qué sostiene nuestra esperanza. Facundo Cabral, cantautor argentino, tiene un texto famoso que se llama “no estás deprimido, estás distraído”. Creo que es muy cierto, nos distraemos de lo importante, nos dejamos adormecer por lo que solo nos da tranquilidad por un instante pero que a la larga socava nuestra esperanza. Debemos mirarnos a nosotros mismos, sin miedo, ir descubriendo a ese Dios que se va gestando en nuestro interior y se va manifestando a través de nuestra bondad, pero también no debemos tener miedo de ese Dios que se va abriendo camino en nuestra cotidianidad para darnos señales de su presencia. Que Dios nos conceda la gracia de estar atentos a su presencia y así comprometernos por un mundo lleno de ilusión y esperanza.
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