top of page

BÚSQUEDA POR TAGS: 

POSTS RECIENTES: 

SÍGUEME:

  • Facebook - Grey Circle

¿Y tú? ¿Para qué has venido?

  • Cristian Peralta, SJ
  • 3 feb 2018
  • 3 Min. de lectura

Homilía 5to Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B – 04 de febrero de 2018

Lecturas: Job 7, 1-4.6-7; Sal 146; 1Cor 9, 16-19.22-23; Mc 1, 29-39

Hace ya más de 10 años murió de un infarto mientras dormía un compañero jesuita que tenía la misma edad que yo tengo ahora, 36 años. Su nombre era Juan Pablo Sánchez, le faltaban apenas un par de días para cumplir su primer año de haber sido ordenado sacerdote. Fue una verdadera tragedia para quienes le conocimos. Su alegría, su carisma para trabajar con jóvenes, su cercanía, su capacidad de acoger sus propias debilidades y de animar a otros a seguir a Jesús le hacían un compañero realmente querido y admirado. Sin embargo, repentinamente ya no estaba entre nosotros. Se había ido al encuentro de aquel que tanto amó. La vida para él fue demasiado corta, y para los que estábamos en formación en ese momento fue un tremendo choque de realismo. Job, en la primera lectura dice: “el hombre está en la tierra cumpliendo un servicio,” y más adelante, “recuerda que mi vida es un soplo,” la vida puede ser demasiado corta como para quedarse en lamentos o comodidades. Muchos percibimos, en medio del desconcierto, que la vida o se vivía apasionadamente desde lo que se ama o simplemente podía perderse en un instante.


Toda vida resulta breve para aquel que ama apasionadamente. Jesús vive con una urgencia que resulta paradójica. En el evangelio se nos dice que su fama se está extendiendo por muchas aldeas, que lo buscan, lo admiran, y desean conocerlo. No para de sanar a los enfermos ni de sacar demonios. Sin embargo, no se acomoda en su fama, ni se deja engañar por los aplausos ni halagos, sabe que su vida se juega en la obediencia a la voluntad de su Padre y que éste desea que su mensaje llegue a todos. Por eso, cada vez que lo aclaman, Jesús va a la intimidad de la oración a reenfocar su mirada en la voluntad del Padre y sigue su camino para anunciar a otros el verdadero rostro de Dios que es misericordia, acogida, perdón y entrega. Los discípulos están entretenidos en la fama, pero Jesús les dice que su misión es predicar, que para eso ha venido. Jesús vive como quien es consciente de que la vida es demasiado breve como para no aprovecharla en el anuncio de lo verdadero, lo bello, lo eterno. Hacernos conscientes del para qué hemos venido a este mundo revoluciona nuestro interior y nos ordena la vida a ese fin. Porque saber cuál es nuestro aporte para que este mundo sea más parecido al sueño de Dios es una fuente de energía, creatividad y vida que no deja indiferente a nadie a nuestro alrededor. Es lo que pasa a san Pablo en segunda lectura cuando exclama: “¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!” Que es lo mismo: “¡ay de mí si no vivo desde lo que amo, desde lo que creo, desde lo que Dios me ha enviado!” La vida es demasiado corta como para no preguntarnos profundamente el para qué he sido enviado a este mundo.


No hay vida tan frágil que no sea capaz de colaborar para que este mundo sea uno más parecido al Reino de Dios. No hay vida con tanto cúmulo de pecado que no puede transformarse en instrumento de Dios en medio del mundo si se deja abrazar por su misericordia. No hay vida tan breve que no pueda dar vida a otros si dispone sus energías a entregarse apasionadamente por aquello que le ilusiona. Muchas veces nos autoexcluimos porque nos consideramos débiles, o pecadores, o pensamos que somos demasiado jóvenes. Hermosamente lo dice el salmo, el Señor “sana los corazones destrozados,” y Pablo nos recuerda que la debilidad también puede transformarse en camino de encuentro y comprensión con otros que también se sienten débiles. En definitiva, no hay vida que no pueda transformarse en caudal de esperanza si se abre a la voluntad de Dios, al deseo de Dios para su existencia. La invitación es a poner todo nuestro corazón delante de Dios para que así podamos descubrir para qué hemos venido a este mundo, y así nuestra vida se llene de pasión, entrega y sentido. ¿Y tú? ¿Para qué has venido?

 
 
 

Comments


© 2017 por Reflexiones de Domingo. Creado con Wix.com

  • b-facebook
bottom of page